Enrique de la Madrid Cerrará Aifa

Para muchos la cancelación del NAICM y la construcción en su lugar del AIFA es un tema que más que a cuestiones técnicas atiende a razones políticas. Sí, el que sería el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, tenía un diseño a la altura de las mejores terminales del mundo. No cualquier ciudad tiene una terminal aérea diseñada por el afamado arquitecto Norman Foster y con el NAICM, la Ciudad de México sería de esas pocas «afortunadas». Es por ello que, aunque el diseño de AIFA sea bastante decoroso por decir lo menos, algunos no perdonan a la actual administración federal la cancelación de una terminal que apaciguaría uno de sus más profundos complejos: el aparentar ante el extranjero, que somos una nación que en realidad no somos.


Los que no se atreven a decir que su oposición a la cancelación del NAIC es por cuidar las apariencias y tener una terminal «bonita», se volvieron expertos en navegación aérea, diciendo que era imposible operar dos aeropuertos tan cercanos uno del otro. Lo anterior a pesar de que en el mundo existen múltiples casos de ciudades que cuentan con más de un aeropuerto, los cuales no solo operan con seguridad, sino que se complementan al especializarse en diferentes tipos de mercados. Londres es un ejemplo de esto, la capital británica no tiene uno, ni dos, ni tres, vamos ni cuatro, sino cinco terminales aéreas que dan servicio a su zona metropolitana. Entonces, de que es posible no queda duda, por lo que los argumentos de los detractores del AIFA se convirtieron a cuestiones económicas. Dicen ellos, que las indemnizaciones por cancelar el NAICM, más la construcción del AIFA en Santa Lucia, resultó más caro que concluir el aeropuerto de Texcoco. «¿Cómo es posible que se tire el dinero de esta forma a la basura?» preguntaban con gran indignación y un evidente coraje.


Pues bueno, el NAIC no se construyó y el AIFA ya está operando. Sí, con solo seis vuelos comerciales al día, e independientemente de las razones, a la fecha no ha contribuido a aliviar la saturación que tiene el AICM, también hay que decirlo. Sin embargo, es una terminal con un gran potencial de crecimiento, que en los meses que tiene operando ha demostrado ser por mucho, la terminal más moderna y funcional del país. Además, se han derrumbado los cuestionamientos del tiempo de traslado, que en su momento los más osados, calcularon incluso en tres horas desde el sur de la Ciudad de México. Qué el NICM hubiera estado más bonito, totalmente, pero no lo está porque no existe.

Interior del Aeropuerto Felipe Ángeles
Sala de última espera. Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles

Ahora, el enfoque de líneas aéreas, autoridades, usuarios, prestadores de servicio, debería estar en hacer que esta terminal funcione. Y no, no nos referimos a hacer que funcione a la fuerza o por decreto. Hablamos de realizar los trabajos que toda obra de este tipo evidencia como necesarias sobre la marcha y otros que estuvieron planeados desde un inicio pero que no estuvieron concluidos cuando el AIFA fue puesto en operación. Concluir a la brevedad la conexión con el tren suburbano, así como las vialidades pendientes, ofrecer servicios necesarios para un aeropuerto de este tipo, como hoteles, restaurantes, son algunos ejemplos. Lo anterior junto con estímulos a las aerolíneas que se traduzcan en pasajes más económicos, invariablemente fomentará la demanda de más vuelos.


Pues bien, a meses de su entrada en operación del AIFA hay quienes aún romancean con un aeropuerto en Texcoco o de plano solamente quieren, al más mero estilo de AMLO, destruir cualquiera cosa que no se les haya ocurrido a ellos.


Esta semana Enrique de la Madrid, secretario de Turismo en la segunda parte del sexenio de Enrique peña Nieto, planteó cerrar el AIFA y devolverlo a ejército en caso de llagar a la presidencia. La razón es que «no sirve» dijo el también hijo del expresidente Miguel de la Madrid Hurtado. La mira De la Madrid no solo esta puesta en el AIFA, sino en las demás mega obras de la actual administración federal, pues dijo se revisará una por una, para ver que se queda y que se va. ¿Les suena familiar?